Barrios con hinchada que se mueven al ritmo de la pasión futbolera
Por Diana Warszawski
Clubes con función deportiva y social. Los colores están pintados en los bares, las pizzerías, las casas y en los pasos a nivel. En la Ciudad hay 28 instituciones que participan en los torneos de AFA.
El Globito. En Caseros 3015, frente al Parque Patricios, alberga desde hace 78 años a los hinchas de Huracán que, sobre todo, ocupan sus mesas antes y después de los partidos los fines de semana.
08/05/12
Oíd mortales el grito sagrado: Huracán, Huracán, Huracán!”, rezan letras rojas sobre una pared blanca frente al estadio quemero, en Parque Patricios.
Nueve de cada diez argentinos mayores de 18 años simpatizan con algún equipo de fútbol. Y en la Ciudad, donde conviven 28 de los 99 clubes que participan de los torneos de la AFA , hay barrios con una gran identificación en sus vecinos, sus bares y los colores de sus calles.
En el corazón de Parque Patricios , un monolito blanco homenajea a Herminio Masantonio frente a la sede de Huracán. A metros, también en el parque, una estatua de Oscar Bonavena parece a punto de dar un cross. Son próceres locales; Masantonio, el mayor goleador del Globo, fue la primera calle porteña rebautizada en honor a un jugador.
El Globito , sobre Caseros hace 78 años, arde los días de partido: “Se llena, hablan de mesa a mesa; vienen nenes, chicas, hombres de 80”, cuenta Pablo Garófalo, su encargado. También en la Taberna de Roberto, sobre Maza, “brindan entre todos, con parrillada y cerveza”, dice Víctor Vizgarra (25), empleado.
Sobre Luna y Alcorta explota el color donde un grupo de jóvenes del club pintó tres cuadras de murales, con artistas, vecinos y jugadores, “para dar vida a una zona oscura y crear un espacio para festivales solidarios”, explica Federico Soto (23). Allí, sobre paredes blanqueadas, mira la cabeza de Jorge Newbery cerca de un elefante hindú con botines. “Es un club a la antigua , muy involucrado con su gente”, afirman desde la Subcomisión de Cultura, y agregan: “El único en la Feria del Libro con stand y publicaciones propias”.
En La Boca, a fuerza del turismo, los íconos argentinos se mezclan en un carnaval de sensaciones. Sobre la fachada azul y oro del Centro de Exposiciones Caminito, saludan las esculturas de Gardel, Eva Duarte y Maradona. Para los del barrio, el club, más que merchandising, es emblema de tradición y progreso. Los Bomberos Voluntarios cambiaron hace ocho años sus trajes y un camión por otros azules con franjas amarillas.
“Es lo único que marca en todas partes de dónde somos”, explica Marcelo Medina (45), jefe del cuartel que está sobre Brandsen desde 1884 .
Un almacenero de la misma cuadra, Joaquín Altuna (56), pintó su fachada de oro y azul con el nombre de sus hijos. “Soy de River, pero hace 25 años que me da de comer este barrio”, explica sentado sobre un cajón de botellas. Frente a la Bombonera, morder un choripán picante entre las columnas fileteadas de La Glorieta de Quique forma parte de la liturgia xeneize, así como elegir rabas en las pizarras del bodegón El Obrero, o un trago en El Estaño 1880.
Por Facebook, vecinos se autoconvocan para hacer un mural sobre Garibaldi. En otro, sobre la pared de un playón, baila una murga oro y azul. Boca, con 46,7% de simpatizantes en los sectores más pobres, “es con su programa de acción social la principal fuente de inclusión deportiva y escolar de chicos en el sur de la Ciudad”, afirma Héctor Apeda, presidente de la Comuna 4.
Fútbol, tango y murga son un tridente también en Núñez, donde Defensores de Belgrano baila en carnaval con un corso propio dirigido por su presidente . Las huellas del Dragón están desde el rojo y negro de las barandas de los pasos a nivel a los murales de la Av. Comodoro Rivadavia. Uno, frente a la ESMA, recuerda a un hincha desaparecido en la dictadura. “Muchos pagan la cuota sólo por amor al club ; el único deporte es el fútbol”, dice Marina Tallarico (34), su secretaria. Marcelo García, un socio de 41 años, cuenta: “Quisieron comprarlo para hacer torres, pero nos resistimos; su función social es importante” . Junta útiles para una escuela local, organiza ferias por el día del niño y trabaja solidariamente con River. El restaurante Rojo y Negro – mítico para los dragones – recibe al plantel.
En Villa Crespo , los hinchas de Atlanta luchan para que no se apaguen las luces de bohemia. Hace cuatro años reabrieron su sede en ruinas, juntaron fondos e hicieron refacciones. “Los bohemios somos solidarios y vivimos para el club”, dice Luis Diana (45), ferretero que donó pintura y materiales, y que vende hasta las cintas de teflón en azul y amarillo. Damián, de 29 años, dice que cambió baldosas y limpió vestuarios. “Recuperamos el 50% y más de la mitad de los socios se sumó en los últimos dos años”, agrega. Su Centro Cultural, incluso, recibe socios y no socios. El Bar San Bernardo, sobre Corrientes desde 1902, “es la segunda casa del hincha”, dice Laura Avila (40), esposa del dueño, y agrega: “Hasta los micros salen de acá si el equipo juega de visitante”.
Este año All Boys cumple 100 años y los alrededores de la cancha acompañan el sentimiento. Hay paredes escritas con el lema “All Boys Pasión” y un quiosco blanco y negro llamado “Mis albytos”. “Ir a la cancha o venir al club es sinónimo de amistad. Es reencontrarme con amigos de la infancia, con la gente con la que me críe acá, en el club y el barrio”, cuenta Néstor Benedetto más conocido cómo “Pájaro”. En Paternal hay una manzana que sobresale de las otras por su color y por una bandera que dice “Semillero del mundo” . De Argentinos Juniors salieron Maradona, Riquelme, Redondo y Sorín, entre otros.
Excursionistas, Chicago, San Lorenzo, Ferro y Vélez, entre otros, son clubes que también tiñen con sus colores a distintos barrios porteños que se mueven al ritmo de la pasión futbolera.