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Ultras y Hooligans

lunes, 31 de diciembre de 2012

Hinchas argentinos.

http://mundod.lavoz.com.ar/futbol/los-hinchas-son-protagonistas-de-nuestro-futbol

Los hinchas son protagonistas de nuestro fútbol

Fenómeno en ascenso. En 2012, las hinchadas bajaron de la tribuna para participar de forma más activa en la vida de los clubes. Se dio en Córdoba y en el resto del país, donde las manifestaciones hasta decidieron la suerte de entrenadores.

  Daniel Guiñazú Especial desde Buenos Aires

Hace rato que las hinchadas del fútbol argentino se bajaron de la tribuna. Pero el fenómeno resultó en especial notable en este 2012 que termina hoy. Socios e hinchas han asumido a fondo su compromiso de hacerse ver y oír y de influir en la vida política y deportiva de sus instituciones. Las pruebas del avance incontenible están al alcance de la mano, más allá de la presencia masiva en tantas canchas (como en las de los clubes cordobeses).
Celestes. El 22 de diciembre pasado, 6.000 hinchas de Belgrano hicieron el “Banderazo del Fin de Mundo”. Recorrieron el centro de la ciudad de Córdoba para festejar la mejor campaña celeste en Primera División.
Albiazules. En la noche del 12 de octubre, los hinchas de Talleres llenaron el Estadio Mario Kempes para celebrar los 99 años de vida albiazul, iniciar los festejos del centenario y presentar una bandera gigante, con la excusa de un amistoso ante Nacional de Montevideo que perdió 1-0. El viernes pasado, unos 1.500 fanáticos albiazules también se manifestaron en el Patio Olmos.
Boquenses. La Bombonera habló aquella tarde caliente del partido entre Boca y Godoy Cruz. Y el clamor de miles de asociados (no de la barra brava) del 8 de diciembre, le torció la decisión política del presidente Daniel Angelici de renovarle el contrato a Julio Cesar Falcioni y en paralelo, forzó el regreso de Carlos Bianchi a la dirección técnica xeneize.
Más xeneizes. Tres días después, más de 50 mil hinchas boquenses ocuparon el Obelisco porteño para festejar el “Día Mundial del Hincha de Boca”. La convocatoria, nacida y multiplicada a través de las redes sociales, terminó con actos vandálicos en pleno centro de la Capital Federal.
Millonarios. Una multitud de hinchas de River desfiló por las calles porteñas y llenó el Monumental el 8 de octubre con el pretexto de portar la bandera más larga del mundo. Después, sus gritos renovados en el Monumental a favor de Ramón Díaz convencieron al presidente Daniel Passarella de, semanas después, designar al riojano como técnico “millonario” en reemplazo de Matías Almeyda.
Cuervos. Miles de hinchas y socios de San Lorenzo movilizados activaron el 16 de noviembre la sanción de la Ley de Restitución Histórica en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y consiguieron la recuperación del histórico predio de la avenida La Plata, donde el Ciclón levantará un nuevo estadio.
O sea: es un hecho común a todas las hinchadas el deseo de saltar de las tribunas para ganar visibilidad mediática y respaldar o a modificar decisiones de sus propios dirigentes o bien del poder político. O de expresarse a favor o en contra de técnicos o jugadores. O de festejar porque sí. Como si ya no bastase seguir al equipo, alentándolo donde vaya, los hinchas argentinos no sólo pretenden que sus opiniones sean tenidas en cuenta. Directamente quieren que se haga lo que ellos dicen.
Hay mucho de exhibicionismo vanidoso en este fenómeno. Y una creencia firme (sobre todo de los más jóvenes) de que son los hinchas los protagonistas centrales del hecho futbolístico por encima de dirigentes, técnicos y jugadores que están de paso cada vez más rápido. Si el hincha europeo va a la cancha sin creerse dueño de la escena, el argentino está convencido de que es el centro. Y no la menos importante.
Además, si antes las hinchadas hacían sentir su voz multitudinaria sólo el día de los partidos, ahora lo hacen a toda hora. Las redes sociales, los foros en Internet, los programas partidarios en radio y televisión y las encuestas en las páginas de los medios más importantes son un termómetro que refleja con exactitud y multiplica al infinito el sentir y el pensar de esos hinchas dispuestos a expresarse a cada momento sobre los temas más candentes (y los más intrascendentes también).
No parece haber dirigentes capaces de oponerse a semejante torrente de opinión. Gobernar con los hinchas en contra resulta imposible. Y por eso, terminan cediendo y adoptando decisiones más fundadas en la conveniencia política que en la propia convicción. Bianchi y Ramón Díaz llegaron a Boca y a River por el clamor popular, no porque Angelici y Passarella hayan querido traerlos.
En la medida que no haya proyectos de fondo a largo plazo y dirigentes, técnicos y jugadores puedan ser barridos al primer soplo de un resultado desfavorable, el fenómeno seguirá estando entre nosotros. Y con fuerza cada vez mayor. En 2012, muchas veces los hinchas tuvieron la última palabra. Nada indica que en 2013 vaya a ocurrir lo contrario.